Por. Rebeca Mariano Castro
La historia de una hija que esperó por dos décadas para ver a su padre de nuevo en los caminos de su fe demuestra cómo la perseverancia y la oración pueden influir en la vida de una familia.
Desde que tenía seis o siete años, Rebeca Mariano Castro recuerda a su padre como un hombre comprometido con su iglesia, en donde enseñaba a los niños y participaba activamente. Sin embargo, con el paso del tiempo, el padre empezó a distanciarse. Las visitas a la iglesia se redujeron a los sábados, sin que su hija entendiera el porqué. Solo años después, el joven comprendió que su padre había decidido alejarse de la iglesia, pero seguía asistiendo los sábados, aparentemente por costumbre.
“Cuando tuve más edad, entendí que papá se había retirado de la iglesia y solo asistía porque sabía que eran los días sábado cuando tenía que ir” recordó Rebeca.
Cada año, durante las campañas evangelísticas, los pastores le recordaban a su padre, la invitación a bautizarse. Con la frase "tal vez el próximo año", él respondía amablemente, posponiendo una y otra vez su regreso completo. Mientras él se mantenía distante, animaba a su familia a participar y les aconsejaba estudiar la fe, a pesar de su propia ausencia.
A los 14 años, Rebeca comenzó a asumir responsabilidades en la iglesia, observando cómo otros jóvenes compartían su fe con sus padres, quienes también ocupaban cargos. En sus oraciones, pedía ver a su padre trabajando a su lado en la iglesia, pero ese momento llegaba. Con el tiempo, la joven tuvo que irse del pueblo a trabajar en la ciudad, pero la familia continuó orando por su padre, quien repetía su frase: "tal vez el próximo año", sin tomar una decisión firme.
La historia cambió un 19 de marzo de 2016. Durante una serie de campañas evangelísticas en su pueblo, un predicador visitó la iglesia a la que asistía la familia: “En toda esa semana mi padre asistió a la iglesia sin faltar ningún día” rememoró Rebeca con nostalgia.
Finalmente, todo cambió un sábado 26 de marzo, cuando todas las iglesias se reunieron en la sede central para culminar las campañas con un gran bautismo. Al final del culto, el pastor invitó a los candidatos a bautismo a pasar al frente. De pronto, “los candidatos comenzaron a pasar, cuando de pronto, mi papá se levantó de su lugar y empezó a caminar también hacia adelante. Dios había escuchado nuestras oraciones”.
Después de 20 años de espera y de constante oración, “él volvió al mejor lugar, a los pies de Jesús”.
Este relato no solo es testimonio de una familia unida por la fe, sino también de la importancia de la paciencia y de no perder la esperanza: “Tal vez hoy has orado por algo, no sé si Dios te conteste mañana o en el momento, quizá en 20 años, pero ten por seguro que responderá tus plegarias. Ten fe, aguarda con paciencia y no dejes de orar” concluyó con esta invitación.
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